martes, octubre 17, 2006

En fin, a estas horas...

Un surtido de caricias ha embriagado el aire
Con su olor dulzón y su alboroto de mejillas
Y entre ellas,
Yo aspiro, al menos, a ser lo que queda después del desastre.


No es cuestión de relojes,

son tu piel y mis cicatrices

la única medida del tiempo.


La noche es perfectamente capaz

de dejarnos en ridículo

y envueltos en sábanas.

Eso lo sabemos,

pero fingimos ignorarlo

para no estropear la cena todavía.


Tales de Mileto fue un hombre sabio:

se mantuvo célibe por respeto a sus hijos.

Aún hoy su estirpe goza de la nada.

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